ICTUS
Corría el año 2004, cuando durante una etapa de la Vuelta a Asturias, una joven promesa del ciclismo de 21 años llamado Alberto Contador, notó repentinamente que algo no iba bien. Dejó de ver sobre la bicicleta, se cayó al suelo y comenzó a convulsionar. En el Hospital de Oviedo le detectaron una hemorragia cerebral, aparentemente consecuencia del traumatismo craneoencefálico sufrido por la caída. Fue dado de alta, ya que se trataba de una hemorragia de escasa cuantía, pero a las pocas horas nuevamente comenzaron las convulsiones. Tras la realización de nuevas pruebas diagnósticas, fue detectada una malformación cerebral, en concreto un cavernoma congénito, causante de la hemorragia cerebral. Fue intervenido de urgencia para extraer el coágulo y la historia de éxitos deportivos que vino después es conocida por todos.
Seguramente recuerden que en la prensa se refirieron a este problema de salud de Contador como un ictus. Pero, ¿qué es exactamente un ictus? El ictus o enfermedad cerebrovascular aguda es una alteración brusca de la circulación cerebral que afecta a una zona del cerebro y provoca la pérdida o alteración del alguna capacidad asociada a la zona cerebral afectada. Se distinguen dos tipos de ictus. El ictus isquémico en el que se produce una obstrucción de vasos sanguíneos impidiendo la llegada de sangre a una parte del cerebro, y el ictus hemorrágico en el que la rotura de una arteria provoca una hemorragia cerebral.
¿A qué población afecta el ictus? El ictus puede afectar a cualquier persona y a cualquier edad, si bien es más frecuente en mayores de 65 años. Entre 120.000 y 130.000 personas sufren un ictus cada año en España. Los ictus son la principal causa de incapacidad en adultos y la segunda causa de muerte en la población española. Uno de cada 4 hombres y una de cada 5 mujeres sufrirán un ictus si llegan a los 85 años de edad.
¿Cuáles son los factores de riesgo que aumentan las posibilidades de sufrir un ictus? Estos se pueden dividir en no modificables entre los que se encontrarían las malformaciones cerebrales, y modificables como la hipertensión arterial, la obesidad, la hipercolesterolemia, la hiperglucemia o diabetes, el alcoholismo, el sedentarismo…etc.
Es muy importante conocer los posibles síntomas de un ictus, dado que el diagnóstico precoz mejora notablemente el pronóstico de la enfermedad. Estos pueden ser: pérdida de fuerza o de sensibilidad en la mitad del cuerpo, desviación de la comisura bucal, pérdida total o parcial de la visión en uno o ambos ojos, dificultad para hablar o comprender…etc.
El ictus es una enfermedad tratable, pero es muy importante detectarlo precozmente, ya que en el periodo de tiempo que pasa desde que se inician los síntomas hasta que se produce la lesión cerebral es cuando podemos salvar esa zona del cerebro que está en riesgo. Actualmente existen unidades de ictus en muchos hospitales así como el llamado “código ictus” en los servicios de emergencias para una atención lo más rápida y eficaz posible de esta patología.
El tratamiento está dirigido a disolver o extraer el trombo que ha obstruido la arteria del cerebro, permitiendo restablecer la circulación normal. Esto puede hacerse mediante trombolisis intravenosa (introducción de fármacos por vía venosa) durante las 6 primeras horas desde el inicio de los síntomas, de ahí la importancia de la detección precoz, o bién mediante cirugía endovascular, introduciendo un catéter por la ingle a través de la arteria femoral hasta el cerebro para extraer o disolver el trombo.
Como conclusión, además de evitar los factores de riesgo, hay que conocer los síntomas para, en caso de que aparezcan, solicitar atención médica lo antes posible, ya que cuanto menos tiempo transcurra desde la aparición de los síntomas, más posibilidades habrá de que todo vaya bien, como le sucedió a Alberto Contador.