EL EJEMPLO DE LO QUE DEBERÍA SER

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EL EJEMPLO DE LO QUE DEBERÍA SER

     

          «A todos los que pasan momentos duros: jamás hubiese imaginado que estaría aquí, sana». Esas palabras las pronunció Virginia Torrecilla, jugadora del Atlético de Madrid de fútbol, tras jugar la final de la Supercopa el pasado fin de semana.

          La historia que hay detrás de la foto que encabeza este post es una de esas que debería ser contada dentro de muchos años como ejemplo de superación y deportividad.

          Virginia Torrecilla regresaba a un campo de fútbol tras superar un tumor cerebral, que la tuvo alejada de la práctica del fútbol durante 683 días. Con 27 años, solo ella sabrá lo que supuso afrontar una situación como esa, gestionar el miedo y la incertidumbre. Seguramente la incomprensión y la rabia ante algo tan injusto como una enfermad tan cruel, siendo tan joven.

          Para superar algo así, entendiendo que sin la ciencia hubiera resultado una misión imposible, el esfuerzo ha tenido que ser titánico. La fortaleza mental que requiere un proceso semejante explica muchas cosas sobre el carácter de la mallorquina. Muy probablemente, la disciplina a la que están sometidos los deportistas de élite haya sido un factor determinante en su lucha.

          Pero más allá de lo fundamental, que es el hecho de seguir viviendo, me ha llamado mucho la atención lo que sucedió tras el partido. El F.C. Barcelona, rival del Atlético de Madrid, se impuso por 7-0, pero curiosamente el resultado final quedó en anécdota debido al comportamiento de las ganadoras que en un acto, que pareció improvisado, levantaron a Torrecilla y comenzaron a mantearla.

          Desgraciadamente, el deporte profesional (y así considero al fútbol femenino aunque las remuneraciones que reciben puedan indicar lo contrario) nos engulle de tal manera que perdemos la esencia de lo importante; y, curiosamente, lo que no debería ser noticia se convierte en algo absolutamente extraordinario. A pesar de ello, parece que los comportamientos deportivos venden pocos periódicos y enganchan a menos espectadores; nos gusta más la polémica, el conflicto y el ruido del Chiringuito. Seguramente esto no deje de ser el ejemplo de la sociedad polarizada en la que vivimos.

          A mí me resultó sobresaliente la conducta de las jugadoras del Barcelona, creo que debería ser portada de los periódicos, abrir los informativos y llevar ese ejemplo a las escuelas, puesto que ese tendría que ser el modelo que deberíamos enseñar a los adultos del mañana. Competir, sí, luchar hasta el final con todo, también, pero sin olvidar la esencia de lo que significa el deporte. En definitiva, dignificar la disciplina que se practique y sentirse orgulloso de ello.

          Mi habitual optimismo choca frontalmente con la realidad, pero no me resisto a imaginar un deporte profesional (y amateur) como el que nos mostraron las jugadoras del Barcelona. Como en muchos otros aspectos de nuestro día a día, aún estamos a tiempo de enderezar el rumbo.

         Mientras tanto, salud y disfrute para Virginia Torrecilla, que seguramente tenga muy claro lo que es realmente importante.

 

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