DOPING

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DOPING

       

        La palabra doping procede de “dope”, que es una bebida alcóholica de origen africano usada como estimulante en las danzas ceremoniales. Con el paso del tiempo y referida fundamentalmente al ámbito deportivo, dope evolucionó a doping.

        Pero, ¿cuándo comenzó el doping? ¿Se trata de una práctica moderna? Lo cierto es que existen registros de los orígenes del dopaje en distintos continentes. En Europa, ya los vikingos utilizaban la amanita muscaria como alucinógeno para aumentar su valor en el combate. En Asia, se conoce que hace 5.000 años ya se usaban el ginseng y el opio. En América, los incas consumían coca para recorrer grandes distancias en poco tiempo mitigando el cansancio. Y en Africa, se utilizaban las hojas de ‘khat’ con efectos similares a la efedrina, reduciendo la sensación de sueño, fatiga y hambre.

        Aunque si nos ceñimos exclusivamente al uso de sustancias estimulantes en el ámbito deportivo, sabemos que ya en los Juegos Olímpicos en la Grecia Clásica en el siglo VII a.C. se utilizaban brebajes, pócimas y alimentos que aumentaban el rendimiento. Pero a partir del siglo XIX, con la aparición del deporte moderno, se inicia el empleo de productos farmacológicos para aumentar el rendimiento deportivo. En 1896, el ciclista inglés Arthur Linton, ganador de la Paris-Burdeos, falleció presumiblemente consecuencia del uso de sustancias dopantes. Y ya en el siglo XX se empieza a hacer habitual el uso de anfetaminas y esteroides anabolizantes. El primer caso documentado de dopaje es el del ganador de la maratón en las Olimpiadas de 1904 de St. Louis, Thomas Hicks, quién consumió alcohol y estricnina a lo largo de la carrera y se desvaneció tras alcanzar la línea de meta.

        En los años 60, el uso de anabolizantes se hace habitual, y se producen varias muertes de deportistas a consecuencia de ello. El Comité Olímpico Internacional decide entonces fijar controles antidopaje obligatorios a partir de los JJOO de México, en 1968. Se realizaban análisis de orina durante la celebración de los juegos y se detectaban sustancias utilizadas para producir efectos únicamente a corto plazo.

        Tras los casos detectados entre 1988 con el positivo de Ben Johnson en los JJOO de Seúl tras vencer en la final de los 100 metros lisos, y 1998 con el caso Festina en el Tour de Francia que salpicó a ciclistas como Richard Virenque y Alex Zulle, el COI decidiría comenzar a realizar controles antidopaje de forma esporádica y por sorpresa, creándose de esta forma la Agencia Mundial Antidopaje en 1999.

        Pero los controles antidopaje, aunque cada vez son más sofisticados, siempre van por detrás de los tramposos y a pesar de que cada vez es más difícil engañar a los laboratorios, lo cierto es que sigue existiendo un número de deportistas que insiste en querer jugar con ventaja. Y durante el siglo XXI, han seguido sucediéndose casos de dopaje. Sin ir mas lejos, la AMA sancionó a todos los atletas rusos en 2019 por dopaje estatal, quedando excluidos durante dos años de las principales competiciones internacionales, incluidos los JJOO de Tokio 2021.

        Muchos han sido los deportistas que han manchado su nombre para siempre por culpa del doping: Maradona, en el mundial de USA en 1994; Lance Armstrong, ganador fraudulento de 7 Tour de Francia; Marion Jones, velocista y saltadora que tuvo que devolver las 3 medallas de oro y las dos de bronce que ganó en los JJOO de Sydney en 2000, o la tenista Maria Sharapova, en 2016.

        Parece que las palabras del Baron de Coubertin: “lo más importante del deporte no es ganar, sino participar, porque lo esencial en la vida no es el éxito, sino esforzarse por conseguirlo”, muchas veces caen en saco roto, y algunos anteponen ganar aunque sea con trampas.

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